martes, 25 de octubre de 2011

BUCURESTI, la Ciudad de la Alegría

El otoño allí es más frío. En los edificios y en el rostro de sus lugareños se percibe el dolor por la penurias de los tiempos pretéritos y no tanto. La llegada de la "salvadora" Unión Europea es más formal que efectiva y los expectativas de salir adelante para ellos no son muy halagüeñas. El comunismo que añora mucha gente es buena muestra de ello. Una semana en Bucarest da para mucho, entre otras cosas, para conocer el alma de una ciudad repleta de historia y belleza.
 
 


 
La capital de Rumanía es dura, peleona, altanera y brava. Es un lugar ideal para encontrarse a sí mismo, para respirar aire puro y para valorar lo que tenemos en Occidente. En el centro de la capital puedes encontrar desde los centros comerciales más vanguardistas de Europa hasta un pobre campesino moviendo un carro de supermercado en mitad de una vía de cinco carriles...
 
 
 
 
 
 
Fue llamada la "París del Este", presenta edificios y arquitecturas tan delicadas y deliciosas que hacen que un paseo por sus bulevares sea gratamente agradable. Me encanta la Plaza de la Universidad, repleta de libros de segunda mano escondiendo entre sus calles joyas como una iglesia rusa, como un hospital con recuerdos renacentistas y un gran hotel, el Intercontinental desde el que se divisa el centro neurálgico de la ciudad.
 
 
 
 
 
Justo detrás, la facultad de arquitectura se presenta barroca y creativa mientras que una lacónica pero colorida cruz recuerda odios pasados al Régimen de Ceaucescu. Fueron muchos los universtarios que cayeron en la Revolución y por este motivo, en una rotonda cercana a la sede del centro universitario aparecen más cruces -pero de piedra- recordando a los "héroes" de una algarada tan sangrienta como masiva, que primero en Timisoara y más tarde en Bucuresti provocó un cambio deseado por todos pero que a día de hoy no parece muy rentable.
 
 
 
 
 
Sobre este tema en particular, no estaría de más detenerse en la especial situación política del país. Rumanía se integró en el bloque comunista del Pacto de Varsovia con la figura de Nicolae Ceaucescu como líder indiscutible. El dictador no llegó al poder de manera democrática pero se ganó el favor de las masas con decisiones como la de negarse la invasión rusa de Checoslovaquia el 20 de Agosto de 1968. Rumanía fue el único país adherido al Pacto de Varsovia que se opuso a la entrada por la fuerza en territorio checo. Además, con su pulso a los soviéticos, su papel en el viejo continente fue ganando enteros mientras la economía rumana crecía; había pleno empleo, vivenda para todos, mes de vacaciones y alimentación sin restricciones. Los rumanos eran felices y adoraban al líder en las pantagruélicas representaciones festivas por los bulevares y en el Estadio Nacional. El país quería a Ceaucescu y su oposión era mínima. Asi fueron sus primeros años en el poder. Más tarde, la economía empezó una época de decadencia que coincidió con los delirios de grandeza del dictador. Con la doctrina de la "Racionalización" se limitaron los alimentos a los ciudadanos y las empresas nacionales comenzaron a resquebrajarse; la Securitate amedrentaba a quienes ponían en duda al régimen y mientras Ceaucescu daba rienda suelta a su delirante megalomanía construyendo el segundo edificio más grande del mundo, el Palacio del Pueblo (Palacio del Parlamento en la actualidad) o la Casa Radio. Destruía edificios históricos para dar rienda a unos sueños de grandeza tan antagónicos a los kilómetros de cola para recoger la comida de sus soberanos.
 
 
 




 
 
 
La cosmopolita Timisoara fue la primera que reaccionó ante los desmanes del ejército y tras una cruenta batalla en la plaza de la Opera, los estudiantes fueron ganando un poder y apoyo que llegó hasta Bucarest en la que Nicolae recibió las primeras protestas en público ante la desesperación de la Securitate. Ceaucescu tuvo que escapar en helicóptero pero no llegó lejos. Los militares que le trasportaron se detuvieron en Targoviste y fue detenido a unos 80 kilómetros de la capital; punto de partida en su huída del país. Sus "aliados" fueron sus peores enemigos, la Armada. Se especula con que fue el ejército el que montó toda la algarada, ya que a la postre fueron los más beneficiados con la caída del dictador. En un juicio sumarísimo con un tribunal ad hoc, Nicolae y Elena fueron condenados a pena de muerte y en tan sólo veinte minutos fueron fusilados en un paredón con una cámara de televisión como testigo. Antes de recibir la descarga de los AK 47 gritó ¡Viva la República Socialista de Rumania! ¡La Historia me vengará!" y murió cantando La Internacional. Su muerte fue celebrada por casi todo el país cada vez más harto con su figura. Fue el último dirigente comunista en caer en un país satélite y casi de forma televisada. Los dos cuerpos, que estaban enterrados en tumbas separadas, reposan ahora juntos en una tumba recubierta de granito rojo con la inscripción: "Nicolae Ceausescu, presidente de la República Socialista de Rumania, 1918-1989, Elena Ceausescu, 1919-1989". Dado el ateísmo de la pareja, la tumba carece de cruces u otros símbolos religiosos.
 
 
 
 
 
 
22 años después de su muerte, esperaba encontrarme una sociedad repleta de rencor y hastío para con su legado pero, nada más lejos de la realidad. Tras dialogar con muchas personas de sectores y grupos sociales antagónicos, todos me han mostrado su desencanto con la situación actual en la que las mafias controlan el país y la pobreza se ha instalado definitivamente. Ya nadie tiene pisos en propiedad, ni reciben alimentos y menos aún tienen derecho a un mes de vacaciones. Obviamente, Ceaucescu no fue un santo y utilizó despóticamente su poder, pero sorprendentemente, su tumba compartida con Elena está siempre repleta de flores. Nuestro reconocimiento y respeto tambien lo tuvo. Por enfrentarse a la URSS más beligerante y por luchar en sus primeros años, por el beneficio de sus gentes.
 
 
 
 
 
Una fuente con agua tan roja como la sangre derramada en la mencionada plaza de la Universidad parece a priori un sutil homenaje a los caídos pero es tan sólo una estrategia de marketing de una serie americana. América, América... Cuanto daño ha hecho el capitalismo americano a países como el rumano. En la Plaza Unirii, a unos metros de la bella zona vieja universitaria, se alzan abominables centros comerciales que estropean la bucólica estampa del río Dâmboviţa cruzando el bellísimo Palacio de Justicia y el Viejo Bucarest. El consumismo atroz y agresivo que venden los arrogantes y desagradables luminosos contrastan con la bella sencillez de la zona peatonal por antonomasia de la capital. Un lugar en proceso de rehabilitación que albergó hace siglos la corte del temible voivoda Vlad Tepes, Curta Veche; y que en la actualidad representa la zona de esparcimiento y ambiente de la ciudad. Cálidos y acogedores cafés, los mejores restaurantes y tiendas de época en las que se puede encontrar casi de todo. Que diferencia a esos impersonales y despreciables centros comerciales expertos en alienar las más mentes menos ilustradas...
 
 
 
 
 
 
 
 


 
En el centro histórico de Bucuresti se encuentra Caru Cu Bere, un restaurante que parece un museo art-decó de época, que ofrece los mejores platos de la gastronomía de los Cárpatos. El Sarmale es una delicia, el Fasole cu cârnaţi, Mititei recuerda al balcánico ćevapčići o la Ciorba de fasole (sopa incluída en una hogaza de pan) que no envidian a cualquier otro plato del resto del mundo. De cerveza me van a permitir no elegir una de la ciudad; no me convence mucho Bergenbier ni Usus, prefiero Timisoreana pero no se encuentra en muchos lugares. Hay otros restaurantes como La Mama en donde el Ciolan Romanesc (codillo) es el rey, un verdadero placer para el paladar. En los postres el chocolate es el protagonista, cualquier plato con el sienta de maravilla.
 
 







 
 
 
En Rumanía no hay pausa para la comida durante el trabajo por lo que al mediodía es habitual probar algún tentepie como los Covrigi, de corte salado e incluso rellenos de chocolate en sitios selectos. Los salados bien acompañados por una cerveza, sientan de maravilla!!!! En el Viejo Bucarest se encuentran fastuosos edificios como la Banca National o la Caja de Ahorros. Están cerca de Caru Cu Bere y son tan espectaculares como el Museo Nacional que se encuentra en plena calle Victoria de la que hablaremos más tarde. Por la noche sale el lado canalla de la ciudad y en esta zona se pueden encontrar pubs y salas de toda índole. El rock es protagonista en Harley, un antro en el que Megadeth y Metallica suenan sin cesar tanto dentro como en la agradable terraza de Lipscani. Cuidado con los cocktails y la absenta, ya que enganchan.... Mi segunda casa en Bucarest. Si vais de parte de Gartzen, os tratarán bien.
 
 
 
 
 
Antes hablabamos de la Calle Victoria. Una de las arterias de la ciudad que arranca en la Plaza de su mismo nombre y que presenta los valores de la capital rumana. Excelentes edificios, el hotel Hilton o el brillante Ateneo junto con el comeconiano espacio de la extinta Securitate formando una gran plaza. El Circulo Militar y la plaza Tricolor en honor a la bandera de Rumanía dan solemnidad a una calle que desemboca en el Dâmboviţa antes de pasar por unos pasajes tan mágicos como envolventes que te introducen en el Viejo Bucarest.
 
 
 




 
 
Llegamos al río y siguiendo su curso pasamos por la Opera y la Casa Radio. Un tremendo edificio que impacta por su aparente abandono. Ceaucescu no pudo terminarlo y en la actualidad se trabaja para mancillar su legado reconstruyendolo en centro comercial...
 
 
 



 
 
Si avanzamos hacia el Norte llegamos a Gara de Nord, estación ferroviaria a imagen y semejanza de la parisina. Más hacia arriba, en dirección al Aeropuerto Otopeni se puede visitar la Casa de la Prensa Libre, otro gran edificio en el que una gran torre de comunicaciones preside el delicioso bulevar. Zona verde en la que las embajadas y los castaños hacen del paseo un goce para los sentidos. La estampa del Arco del Triunfo con una gran bandera de Rumanía en el centro es una foto obligada. A modo de rotonda, el arco sirve de oxigenación al tráfico de entrada a la ciudad.
 
 
 
 
 
Bucarest no da concesiones fácilmente. Sus bellas gentes son educadas y distinguidas pero nunca en la primera impresión. El carácter balcánico aflora en las relaciones personales con invisibles pero impenetrables barreras ante la falta de confianza. Que llega en la segunda o tercera oportunidad. No les falta la sonrisa y la picardía. Ellas son las más bellas del viejo continente con permiso de serbias y magiares y ellos son enjutos y firmes. Se nota que lo han pasado mal y que la situación no ha mejorado mucho.
 
 

 
 
Todo el mundo cuando viaja a Rumanía se imagina que va a un país repleto de gitanos delincuentes repletos de dientes de oro, de suciedad e inmundicia. Error y grave. Muy grave. Peligroso prejuicio que puede hacer sonrojar al extranjero. Los gitanos que emigran sobre todo a España, Francia e Italia no son ni mucho menos representativos de Rumanía. He visto más en cualquier pequeña localidad española que en Timisoara o Bucuresti. En la capital hay pero el riesgo de robo o atraco es muy remoto. Es un país y una ciudad segura en la que se palma cierta dosis de pobreza pero nada lejana a la que diariamente sentimos en cualquier ciudad de nuestro país. Si viajais en avión, vereis que el pasaje es pintoresco y ciertamente descorazonador pero es una buena muestra de la emigración que llega hasta nuestras fronteras. La mayoría son campesinos y gitanos que buscan una vida mejor, o van a visitar a sus familiares pero en absoluto representan a la media de un país culto -mucho más que España en literatura y artes escénicas- y educado aunque muy castigado por el comunismo antes, y por el capitalismo ahora.
 
 
 
 




 
Es obvia la referencia al fútbol pero no se va a incluir en esta reflexión ya que tendrá un monográfico en el que tendré que hablar bien de las Fuerzas Armadas que me permitieron entrar al Estadio Ghencea del Steaua en un momento convulso y complicado. Termino con la música. Si en España hay que buscar pubs de música underground o rock para no caer en el suicidio de la vulgaridad ultracomercial, en Rumanía por regla general se hace y escucha buena música. De rock os recomiendo a los veteranos Iris, el rock con sabor honesto con sabor a mujer lo pone Laura Stoica, Pacifica elabora buenos temas de corte progresivo, el punk pop fresco llega de la mano de las divertidad Blaxy Girls, el pop rock vanguardista de Proconsul, los sonidos más alternativos con efluvios folkloricos rumanos son para Loredana mientras que la elegancia de la chanson es para la tristemente desaparecida Madalina Manole.
 
 





 
Bucuresti, la ciudad de la alegría en rumano, el lugar que el pastor descubrió a orillas del Dâmboviţa hace honor a su nombre. Lucha, coraje, valor, orgullo, climatología extrema y mucha ilusión por llegar a la felicidad. Alli se puede encontrar, alli se puede vivir y disfrutar de un mundo tan diferente y especial que os conquistará...
 
 






















 

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