En Occidente nunca estuvo bien vista la familia Ceaucescu; es más, mientras en los colegios la figura de Franco pasaba inadvertida en las clases de sociales e historia, la de Nicolae era objeto de análisis... Los profesores, los informativos de televisión y hasta nuestros padres; todos se referían con desprecio al dictador comunista rumano.
En estos días en Bucarest, he aprendido muchas cosas que compartiré con vosotros en futuras fotos y textos pero antes y como adelanto, os dejo mi particular homenaje a Nicolae y Elena, porque paradójicamente, SIEMPRE olvidamos preguntar a los verdaderos protagonistas de su historia. Los muchos amigos rumanos que compartieron tardes y noches disolutas de interminables tertulias en los bohemios cafés de Lipscani me dejaron claro lo mucho que echan de menos a un hombre no tan malo para ellos y tan terrible para América y sus compinches de la OTAN. Jamás pensé que Ceaucescu serían tan querido por estratos sociales tan antagónicos. Farmaceuticas, periodistas, arquitectos, enfermeras, escritores, deportistas... Ellos padecieron aquella época de racionalidad y pobreza pero con orgullo y dignidad colectiva; ahora no están mejor al arbitrio de las mafias que controlan el país... Ya no hay pisos para todos, ni trabajo, ni desayuno-comida-cena, ni mes de vacaciones; pero eso sí, muchas banderas de la Unión Europea, coches de lujo para los que nunca estudiaron en la brillante Universidad de Bucarest y multitud de centros comerciales tan escandalosamente grandes como el capitalismo que los protege. Mataron al Dictador para tener que malvivir lejos de casa y bajo la "democracia" de los que nunca abrieron un libro...
Descansen en paz con todo mi respeto y admiración Nicolae y Elena Ceaucescu.